8.3.12

Mi gata negra ya no llora pero cuando me depierto sigue ahí, viéndome. No conoce las ventanas. Quiero preguntarle si releer un libro es como revivir a un muerto que quisimos mucho. Pero me ve sin decirme nada y yo sigo sin entender la razón de su antiguo llanto. Son las cinco de la mañana en un país extraño que no entiende de fantasmas y mi gata negra no me ayuda.