29.3.11

objetos no reclamados

en ésta la ciudad de la lluvia, los domingos en las mañanas se ven decenas de grupos de personas en las esquinas, todos con sus abrigos/gorros/bufandas, en una mano el cigarro en otra la taza de café. esperan con paciencia su turno para entrar a la cafetería de rigor y cumplir así con el ritual del fin de semana. ciudad burbuja que quiere ser lo que el resto del país no es, vegetariana, ecológica, artista, música, ciclista, limpia, tolerante, incluyente. pero de esas tazas de café humea el cinismo, de los cigarros se aspira el vacío, de los cuerpos se suda orfandad. el desayuno del domingo es pues el esfuerzo tácito por lo colectivo. me uno y como es una niña traviesa la vida, al lado de mi mesa y en el estante de objetos perdidos: una antología de vallejo, mitad en inglés, mitad en español.

16.3.11

techos delgados (lo que piensa la muchacha)

se me llenó la vida de momentos herrumbre, acumulados sin que me diera cuenta y hoy los veo a la cara y no tienen sentido y si la persona a mi lado llora entiendo pero olvido, si te veo de frente pienso vacío, si me tomo un café renuncio. me voy y a quién recuerdo. Lupe me contó que en su pueblo la lluvia es tan fuerte y los techos tan delgados que la gente se habla al oído, siempre, como secreteándose. que al polvo lo aplaca la misma lluvia. aquí las sombrillas son de todos los colores: el plástico que detiene el agua pretende tener vida propia. por eso nunca llevo sombrilla me dice sin verme, raspando el suelo con su bastón húmedo.