no me creíste cuando te dije que se desangró el cuarto, pensaste que era un invento de mi inmadurez, otra locura más. pero en tus ojos leo curiosidad y hoy te invito a que vengás, a que veás las oleadas de rojo que salpican las paredes y piden cuerpos. al mar hay que respetarlo, aunque huela a ron y a ganas de tenerte. entremos un momento al cuarto y veme nadar y ahogarme en tu ausencia. antes de salir, asegurate que ya no respire, que mi cuerpo inerte se hunda y descanse.
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