nos dijimos que si amanecía lloviendo no iríamos
que nos quedaríamos en casa
huyendo de los gatos
queriéndonos.
no sé si nos sirvieron ese tipo de promesas
las hacíamos a menudo
llenos de algo parecido a la fe,
una especie de camisón deshilachado
en donde cabíamos ambos,
callados y sin movernos.
las plantas crecieron y yo me obsesioné con el tiempo.
estos días rezo por vos y por la lluvia.
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