Los pericos no son parte de mi vida,
nunca lo han sido, no me hablan. Yo este pueblo lo camino a diario y
me lo sé de memoria. Aquí los únicos que hablan son los viejos en
las esquinas y a ellos tampoco se les entiende. Me vine a refugiar
entre cabezas empolvadas, no importa, ya no quiero estar allá arriba
en esa finca con un hombre que es fantasma de día y niño de noche. Díganle que camine sin miedo por el pueblo que yo no me voy a esconder, lo quise
y mucho pero eso ya pasó.
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